El calor es cada día más intenso en León. Las calles, los transportes públicos, los hogares, y sobre todo los parques, se transforman en lugares donde es extremadamente difícil realizar actividades cotidianas, e incluso permanecer descansando.
Los parques, particularmente, la pasan mal. El calor es cada vez más intenso y mata poco a poco el pasto, los árboles y las plantas, y en lugares como La Sardaneta, la situación es todavía peor, pues desde su concepción no ha tenido suficientes lugares techados para que la gente se guarezca de la lluvia y del intenso sol, y los pocos que quedaban han sido destruidos por los vándalos.
A lo largo de los 4.4 kilómetros que se extiende La Sardaneta, los lugares para descansar del calor y el sol, así como árboles lo suficientemente grandes para reposar bajo su sombra, son prácticamente inexistentes.
Es importante señalar que La Sardaneta fue un parque lineal al que se le invirtieron 194 millones de pesos.
La Sardaneta empieza por donde termina el Parque Metropolitano. Desde las ocho de la mañana, cuando el sol empieza a salir, calienta la acera e impide que los deportistas hagan ejericio a gusto. Pasa usuarias del lugar como Diana Ojeda, quien habita en Los Castillos, el parque es un hermoso lugar que prácticamente desde sus inicios comenzó a decaer.
“No duró mucho estando bonito. Pareciera que a la gente no le gusta que el parque esté bien. Los rateros empezaron a merodear, y a llenar de grafitis los muros y a robar el acero de los barandales. Hasta los juegos maltrataron solo por querer hacer la maldad”, explicó.
Aunque el parque ha beneficiado a 42 mil habitantes de la ciudad, y de colonias como Valle de los Castillos Poniente, Balcones de la Presa, Alameda de la Presa, La Lagunita, Valle Hermoso Norte, Santa Cecilia II, Pedregales de Echeveste, por mencionar algunas, en temporada de calor pocos son los que acuden al lugar para hacer ejercicio.
“Aquí no hay lugar para descansar del calor, está casi todo al aire libre” apunta Ulises Ávila, quien es comerciante y en sus ratos libres, ciclista. Suele desplazarse los sábados por la mañana por la Sardaneta hasta llegar a Los Castillos, donde vive. “Lo malo es que había puentes con techito, y los rateros los fueron destrozando”.