EPÍGRAFE:
El respeto a la soberanía de todos los pueblos, nos ha dado la tranquilidad para vivir una paz constructiva, que deberemos mejorar a fin de hacer viable la vigencia del Estado de Derecho.
La humanidad está confundida y busca las razones de su desconcierto. El respeto a las formas que atenuaban la rudeza de la ley de la selva, se ha suprimido y puesto en su lugar la ganancia, razón y fin del comportamiento de las élites. Las élites buscan con afán formar grupos selectos por el poder económico.
Siempre que la riqueza y el poder político se juntan, sobrevienen tiempos difíciles para todos. Es tiempo de mirar hacia el sangriento siglo 20, para horrorizarnos con la primera y segunda guerras mundiales. Después de encarnizadas luchas, el mapa de Europa, en particular y del mundo, en general, quedó severamente trastornado. Las secuelas de aquellas luchas insensatas, aún muestran heridas especialmente en las sociedades conformantes de los países pobres, que sufren por su atraso social, científico y tecnológico.
Nuestro país, no ha sufrido después de 1917, los horrores de una dictadura. Seguramente hemos hecho un gran esfuerzo por mantener vigente la Constitución que a principios de siglo nos dimos.
Empero, debemos redoblar esfuerzos para evitar que en nuestro territorio se presenten conflictos como los que, llenos de heroísmo y sufrimiento, ocurrieron en Corea, Vietnam, Chile y Argentina, por mencionar sólo algunos.
Principios que han sido rectores de nuestro comportamiento como país, nos han evitado involucrarnos en los problemas de otros países, de ahí la ventaja de habernos inspirado en el pensamiento juarista, expresado con claridad y sencillez en la expresión universalmente válida: entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
El respeto a la soberanía de todos los pueblos, nos ha dado la tranquilidad para vivir una paz constructiva, que deberemos mejorar a fin de hacer viable la vigencia del Estado de Derecho.
Respetar el orden jurídico, nos permite acceder a una paz con justicia, que desafortunadamente no henos logrado como fuere deseable. La Constitución vigente, es reconocida como la primera en tutelar los derechos sociales, consagró principios éticos que nos hacen sentir contentamiento, con la tradición jurídica de nuestro país.
En ocasiones damos impresión de sentir pena por nuestro pasado, por haber defendido valores como la igualdad, la solidaridad y la empatía, en pos del Estado promotor de bienestar. Sólo que ellos y los frutos alcanzados por la justicia social, nos han dado identidad y respeto a través de la historia.