El sábado 18 de marzo se conmemora un aniversario más de la expropiación petrolera, 85 años del histórico acontecimiento en la vida política de México. El entonces presidente, Lázaro Cárdenas del Río, decretó la expropiación de la industria petrolera. Sin duda, un importante y trascendental acontecimiento que, derivado de una valiente decisión política del mandatario, expropió jurídicamente la maquinaria, instalaciones, edificios, estaciones de distribución, embarcaciones, oleoductos y todo tipo de bienes muebles e inmuebles.

Desde hace 85 años, todos los presidentes de México conmemoran la importante fecha, con discursos alusivos al histórico acontecimiento. Por ejemplo, hace un año, sí, el año pasado, López Obrador, conmemoró el Día de la Expropiación Petrolera en la refinería de Minatitlán, Veracruz. Hoy lo hace en el zócalo de la CDMX, en la máxima Plaza pública, lugar que concentra al mayor número de personas en todo el país. La también llamada y conocida ‘Plaza de la Constitución’ será el escenario del festejo, que como colofón tiene una contramarcha en respuesta a la marcha ciudadana del 26 de febrero.

Como diría AMLO, es legal la libertad de manifestación, pero es inmoral la manera como está convocando su gobierno y su partido político a las mexicanas y mexicanos que obligan a estar presentes, para expresar su supuesto apoyo al tirano mandatario de Palacio Nacional. Por eso, la marcha de ayer sábado es una ofensa al honor y a la dignidad que sufren todos aquellos mexicanos que son degradados ante todos nosotros que también somos mexicanos, pero a diferencia de ellos, nosotros nos manifestamos en plena libertad y convicción sin ser obligados por nadie, ni por nada.

La ignominia es a causa de quien gobierna nuestro país, un auténtico déspota, tirano, soberbio y prepotente presidente que no le importa ofender y exhibir al pueblo, a sus incondicionales y seguidores funcionarios públicos federales, así como aquellos burócratas emanados del partido MORENA en varios estados y municipios, que han sido obligados a estar presentes en la marcha del sábado, así como todas esas familias enteras beneficiadas por los programas asistenciales que viven de dichos programas.

La combinación del hambre, la pobreza y la desesperanza han llevado a millones de mujeres y hombres de nuestro país a aceptar la mayor vejación social de manos del populista mandatario y sus políticas asistencialistas, para tener que aceptar esta nueva forma de vida, de cierta pertenencia ideológica, con tal de obtener dinero fácil y seguro para comer y sobrevivir. Si condenar a una sola persona a la indignidad absoluta de la pobreza y el hambre ya es el pecado más imperdonable de todos los pecados, hacerlo con una buena parte del pueblo, es algo que clama a la otra parte de la sociedad a no permitir más atropellos a la dignidad humana.

Por todo esto, tenemos que seguir convocando a las mexicanas y mexicanos, a familias enteras, a salir más y más a las calles a debatir y señalar esta problemática social y política, a modo de afrontar el problema de la pobreza en México y sus posibles soluciones inmediatas. El hambre y la pobreza son la ignominia por la cual AMLO y su movimiento, de supuesta transformación, sí están transformando las conciencias de los pobres de nuestro país a cambio de dádivas vía los programas sociales, condenando a los pobres a ser más pobres, pero, sobre todo, a que haya más miseria y pobreza.

Desde este momento, ya sabemos lo que va a pasar en la marcha de la ignominia. Cientos de pobres mexicanos están siendo transportados junto con familiares al acarreo más vil y miserable, con tal de hacer creer al mandatario nacional que todos esos lo quieren e idolatran. Y él, AMLO, ruinmente presumirá la tan gloriosa fuerza de su marcha, cuando todo México sabe cómo logro esa concentración. Ahí estarán las imágenes de cientos o miles de camiones y vehículos oficiales, llevando gente, cual borregos al matadero.
¿No cree usted?

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