Historia, delitos y prejuicios

El mes de junio, dedicado a la diversidad, está a punto de terminar. Afortunadamente, los derechos para las personas LGBT+ van aumentando, así como la tolerancia y el respeto… pero no siempre fue así. Sobre los crímenes de odio se ha documentado mucho, y un ejemplo perfecto es el libro “Indecent Advances: A Hidden History of True Crime and Prejudice Before Stonewall” escrito por el investigador abiertamente gay James Polchin.

El libro es una magnífica crónica sobre nota roja, así como un texto de denuncia y cuenta que mucho antes de las marchas, de los bares, de las zonas de tolerancia y de que se vieran personajes gays, lesbianas, bisexuales y transgénero en Netflix con total naturalidad, los asesinatos y crímenes de odio eran parte de la cotidianeidad, no solo en Estados Unidos sino en el mundo. Basta recordar los castigos para los participantes del “Baile de los 41” en México.

Polchin señala que hasta el momento no se ha traducido a nuestro idioma, que antes de la revolución gay era muy que un homosexual o una lesbiana denunciaran un crimen de odio, debido a que sabían de antemano que las autoridades nada harían al respecto. Nadie estaba a salvo, ni siquiera actores famosos que debían soportar humillaciones laborales, anécdota que queda plasmada en la serie “Hollywood” de Ryan Murphy.

LOS CASOS

Entre los casos que recopila Polchin, destaca el de Fernando Ríos, ocurrido en Nueva Orleans el 27 de septiembre de 1958 y padeció por partida doble: ser un mexicano en Estados Unidos y además, tener una preferencia sexual distinta.

Aquella noche, tres hombres vagaban por el Barrio Francés buscando algo que hacer. Como si de cualquier cosa se tratara, se pusieron de acuerdo para golpear a alguien.

Fernando Ríos, un guía turístico oriundo de la Ciudad de México que huía de la discriminación de su país tuvo la mala suerte de toparlos, y creyendo que se encontraba en una ciudad con más libertades, cometió el error de decirles que era gay. Los tres hombres lo molieron a golpes en un callejón hasta matarlo… como si eso no hubiera sido bastante malo, las autoridades nada hicieron e incluso hubo jurados quienes felicitaron a los perpetradores. Al respecto, existe el documento “Out for Queer Blood: The Murder of Fernando Rios and the Failure of New Orleans Justice” donde queda en evidencia la penosa justicia el Sueño Americano.

El de Ríos es uno de los cientos de casos que investiga Polchin ocurridos antes de la década de los setenta, cuando fueron los tiempos de la liberación y apertura. Otro similar fue el de William Simpson, ocurrido en Miami en 1954, quien fue uno de los primeros hombres sobrecargo en trabajar para una aerolínea. Una noche del 3 de agosto, el vuelo lo dejó en el Estado de Florida, de modo que para hacer tiempo esperando el siguiente vuelo fue a caminar a la zona roja de la ciudad. Sin más, dos hombres le dispararon en pecho y abdomen. A diferencia del caso anterior, al tratarse de un caballero reconocido, los asesinos fueron detenidos y sentenciados a veinte años… pero no todos los casos tuvieron ese final.

Desgraciadamente, los crímenes de odio para toda minoría siguen cometiéndose. Por fortuna la apertura y tolerancia se abren paso día con día, sea o no el mes de la diversidad.