El próximo 18 de mayo se conmemorará el Día Internacional de los Museos, cuyo objetivo es concientizar sobre la importancia de estos recintos para el intercambio artístico y cultural. Este 2023, el tema central del festejo será ‘Museos, sostenibilidad y bienestar’.

Tan importante fecha nos da la oportunidad en esta columna, enfocada en crímenes reales y mediáticos, del más grande atraco jamás concebido a un museo: el del Museo Isabella Stewart Gardner en Boston, que ha sido fuente de cientos de documentales, libros, películas; sobre todo, significa un atentado al arte y su difusión.

Todo comienza la madrugada del 18 de marzo de 1990, cuando en Boston se celebraba el Día de San Patricio. Como era de esperarse, las fiestas y borracheras se celebraban en cada rincón de la ciudad, y las autoridades se encontraban pendiente de cualquier disturbio.

Un vehículo se detuvo frente a las puertas del Isabella Stewart, uno de los museos más importantes del mundo (alberga más de 2,500 obras), que tiene obras de pintores de importancia histórica. Tocaron a la puerta, diciéndole al guardia de seguridad Richard Abath, que habían recibido un reporte por ruido. Le ordenaron alejarse de la mesa donde estaba el botón de alerta, y una vez allí desenfundaron armas, exclamando: “¡Esto es un asalto!”.

Después, esposaron en el sótano a Richard y a su compañero.

Quien había orquestado el robo sabía perfectamente lo que hacía: cortaron los lienzos de los cuadros con extrema precisión, y se llevaron 13 obras. Todas ellas de importancia crucial para la historia del arte, de Vermeer, Flink, Manet, Degas, y ‘La tormenta en el mar de Galilea’, el único paisaje marítimo de Rembrandt. Por si eso fuera poco, también se llevaron una bandera del Águila Imperial Francesa y una vasija Gu china. La operación duró 81 minutos y las pérdidas fueron de 500 millones de dólares.

Los falsos policías salieron del museo a las 2:55 de la mañana. No fue sino hasta las 8:15 que el crimen se hizo público al descubrir a los guardias amordazados.

Los medios de comunicación del mundo hicieron pública la noticia. Era un crimen nunca antes visto. El Heraldo de León lo publicó como una de sus notas principales.

LA PESQUISA

Lo más desconcertante del caso es quien fue la mente maestra detrás del robo. La pregunta ha devanado los sesos no solo a historiadores del arte, sino a Scotland Yard, Interpol y el FBI. Varios productos literarios y audiovisuales buscan una posible respuesta.

Uno de los principales sospechosos fue el ladrón de arte Miles Connor, quien ya tenía antecedentes en este tipo de delitos, además que era muy culto y un experto vulnerando dispositivos de seguridad; desafortunadamente, cuando ocurrió el atraco, cumplía condena en prisión.

Una de las hipótesis más persistentes es que todo parece indicar que fue un encargo, y que tuvo que ser alguien con millones de dólares y muchos recursos e influencias, pues para un atraco de semejante magnitud era necesario contratar expertos en arte, delincuentes aptos para entrar al museo, conseguir uniformes de policías, transporte para llevarse las obras, y sobornos para sacarlas del país. Sobre la extensa información al respecto, está la página isabellatheft.com, que sintetiza los hechos de forma concreta.

El exfiscal de Boston, Robert Fisher, considera que todo fue planeado de manera meticulosa, pues se trata de obras de arte conocidísimas y por tanto, muy difíciles de vender. Otro sospechoso fue el gánster bostoniano Carmello Merino, aunque fue capturado en 1999 y falleció en prisión en 2005.

Hasta el día de hoy, las pinturas siguen desaparecidas, los marcos en el Isabella Stewart vacíos y el caso, abierto. Las policías de todo el mundo continúan con la investigación, y el museo ofrece 10 millones de recompensa, una de las sumas más cuantiosas por parte de una institución privada.