Los casos de asesinos y otros delincuentes que se inspiran en películas o series abundan. Desde la banda brasileña que en 2019 robaron 720 kilos de oro imitando a los atracadores de la serie “La casa de papel”, hasta Kyle Shaw, quien en mayo de 2009 perpetró un atentado a una cafetería en Nueva York basándose en “El club de la pelea”.
Como es de esperarse, son los villanos de las películas de terror los que más imitadores perturbados tienen. Personas que idolatran de forma enfermiza a algún asesino ficticio y llevan sus acciones a la realidad, culpando de sus actos a talentosos actores, directores y escritores quienes seguramente, nunca planearon ‘crear’ delincuentes.
Uno de los personajes que ha sido una inspiración asesina es Chucky, el muñeco diabólico. En más de una ocasión el personaje ha sido la justificación para cometer asesinatos.
Estos son los hechos.
THOMPSON Y VENABLES
El primer caso fue el asesinato de James Bulger, ocurrido en 1993 en Inglaterra. En su momento fue tan sonado que estremeció a este país y a parte del mundo: Jon Venables y Robert Thompson eran dos niños de 10 años que vieron la tercera parte de “Chucky” y decidieron secuestrar a un pequeño de 2 años llamado James Bulger, de la misma forma que el muñeco lo hace con el protagonista.
Jon y Robert se llevaron el niño en 2 minutos, cuando su madre elegía unas piezas en la carnicería. Ella nunca fue negligente, sino más bien, los secuestradores convencieron a James con mentiras y lo condujeron a las afueras de Liverpool, donde lo tiraron de cabeza. Después de golpearlo y patearlo, dejaron el cadáver en las vías de ferrocarril.
Para fortuna de la policía británica no fue difícil encontrar a los asesinos, lo realmente duro fue aceptar que los responsables eran dos niños, que pasaron ocho años en prisión. El gobierno, impactado por la edad de los homicidas, invirtió 3 millones de libras en su rehabilitación.
LA MASACRE DE PORT ARTHUR
Saltemos de Inglaterra a Australia, para conocer el caso de Martin Bryant, quizá el peor asesino en masa de este continente, conocido como “Masacre de Port Arthur”, acontecida el 28 de abril de 1996.
Martin Bryant tenía, a los 29 años, un coeficiente intelectual de 66, que era bastante bajo para su edad. Para su suerte, heredó la fortuna de su pareja, Helen Harvey. Pero él no quería dinero, sino venganza por todas las burlas que padeció de niño, de modo que la tarde del 28 de abril de 1996, se armó de un rifle semiautomático y fue al pueblo de Port Arthur, donde comenzó a disparar en una cafetería. Sin más, dejó heridas de gravedad a 23 personas y asesinó a 35. Durante el juicio, declaró que quería imitar las acciones de Chucky y la rapidez con la que mataba. De hecho, estaba obsesionado con la saga cinematográfica.
Actualmente Bryant cumple 35 cadenas perpetuas, una por cada persona que despojó de la vida.
Para concluir, es importante señalar que, aunque Chucky es una obra de ficción, los horrores de la saga de su creador no son los asesinos y los psicópatas que manipulan a niños a cometer delitos, pues estos son ‘diabólicamente’ auténticos.