Resultado del Taller de Formación Teatral del Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, el viernes por la noche en dicho recinto, se llevó a cabo la primera función de “El día más violento” de Bárbara Colio, una función que dejó en claro que en la región se hace un muy buen trabajo teatral.
Bajo la dirección de Juliana Faesler, asistida por Daniela Parra, el elenco de “El día más violento” dio vida a una cara de la Revolución Mexicana y los destellos de dicha lucha que permean en la actualidad.
Talento guanajuatense histriónico sobre el escenario se ganó el aplauso del público por sus buenas actuaciones que dieron vida a un breve pasaje de los hermanos Carmen y Aquiles Serdán.
La puesta en escena inició con lo que parecía ser el velorio de Carmen Serdán quien luchaba porque se dieran cuenta de que estaba viva, y es que según algunos sufrió de catalepsia, luego se dedicó muy de cerca a su hermano Aquiles a cimentar lo que sería la Revolución para terminar con el régimen de Porfirio Díaz, y de esta forma tener libertad.
Uno de los aspectos que lució de la producción, fue la escenografía, que indirectamente daba la sensación de estar en un ambiente en contante construcción y que pasara lo que fuera no se detendría, a pesar de las pérdidas humanas que dejaría la lucha.
Durante el desarrollo de la trama, interactúa la Carmen antes de la Revolución, la revolucionaría y la que añora el pasado para estar cerca de su hermano Aquiles, quien es asesinado antes de que la revuelta de inicio, ese fue uno de los momentos más tensos de la obra, y es que entre el ruido, la iluminación y las actuaciones, el público quedó sorprendido por aquellos tensos minutos que culminan con un canto que acompaña el final de Aquiles.
Tiempo después, Carmen herida y con la sensación de que los objetivos de la Revolución han cambiado y dejado desamparados a los que lo más lo necesitan, es encomendada a otra misión, llevar una carta a Zapata quien fue asesinado antes de aquello llegara a sus manos.
La Carmen Serdán que cree debió morir, se encuentra en la construcción del Monumento a la Revolución, ahí se reencuentra con su hermano, o al menos es lo que parece, llora y reclama su partida en un dialogo de amor-odio.
Los actores se mezclan entre el público diciendo que todos somos Zapata y de pronto alguien grita Carranza, dos ideologías que con variantes y de alguna forma siguen vigentes.
La obra, cuya duración es de aproximadamente una hora y media, se llevó los aplausos de un público que no duda de la gran calidad del teatro hecho en la región.