Uno de los hombres más ricos y poderosos del siglo XX fue Howard Hughes.
Durante toda su vida, amasó la impactante cantidad de mil millones de dólares, creando un imperio que abarcó varios giros, siendo el de la aviación el más poderoso. Además de tener un talento para los negocios, era un hombre muy apuesto, que tuvo por parejas a divas del cine como Ava Gardner, Rita Hayworth y Katharine Hepburn. Durante los años cincuenta, sesenta y setenta, demostró su inmenso poder.
Sin embargo, padecía un trastorno obsesivo-compulsivo y una marcada misofobia (miedo a los gérmenes) que deterioraron su salud mental de forma considerable, al nivel que pasó los últimos años de su vida recluido de todo contacto humano, temiendo infectarse. Hughes no salía a la calle, pues le aterraba que cualquier partícula de polvo, por muy microscópica que esta fuera, lo podría infectar. Esta obsesión, inculcada por su madre, le hacía lavarse las manos tanto y con tanta fuerza que se sacaba sangre, además de tener un conteo del número de pañuelos que usaba en los hoteles donde se recluía.
Para los años setenta, Hughes estaba totalmente alejado de la vida pública. Los medios y la sociedad querían saber de él, pero nadie podía conseguir información, y es aquí donde entra en escena Clifford Irving, el escritor que quiso engañar al hombre más poderoso del mundo.
¡FRAUDE!
Irving había publicado el libro ‘¡Fraude!’, que trataba sobre Elmyr de Hory, un falsificador de obras de Picasso. Esto le dio un notorio reconocimiento en el mundo editorial de Estados Unidos. Un buen día, conversando con su amigo, el autor de libros para niños Robert Suskind, se le ocurrió urdir una estafa literaria de proporciones históricas: diría que Hughes lo había contratado para escribir su biografía, pues le encantaba su obra. Como el magnate vivía recluido del mundo, nadie cuestionaría ni una palabra. Además, como Irving era un narrador muy talentoso, sabría imitar el estilo de redacción de Howard.
Irving fue a la editorial Mc Graw Hill y dijo que Hughes pedía total discreción. Falsificó una carta poder del magnate y después de las pruebas de autenticidad, todos cayeron. La autobiografía se iba a convertir en uno de los grandes acontecimientos editoriales de los setenta.
Confiados, los editores le pagaron a Irving 765,000 dólares, que la esposa del escritor depositó en una cuenta bancaria suiza a nombre de Helga Hughes, esposa de Howard.
Poco a poco fue redactando el libro, basándose en archivos de prensa y unas memorias que robó a un colaborador del magnate. De esta forma, el manuscrito fue considerado auténtico, y anunciado para su publicación.
Entonces, fue cuando Howard Hughes se enteró. Después de todo, el hombre no había amasado una fortuna precisamente por despistado.
El magnate mandó llamar a unos periodistas para una rueda de prensa que se llevó a cabo con altavoz telefónico. “Nunca había oído hablar de ese señor Irving. Todo es mentira”, dijo.
Como era obvio, Irving, su esposa y Suskind, quienes lo ayudaron en su estafa, se aterraron. No era lo mismo engañar a una persona normal que al hombre más rico del mundo, que además tenía INTERCOM, su propia agencia de seguridad conformada por ex agentes de la CIA. El abogado de Hughes se puso en contacto con el escritor y empezó un juicio mediático.
Después del escándalo, no tenía caso seguir mintiendo: los tres confesaron y comparecieron ante la corte. Irving fue condenado a dos años y medio de prisión, su amigo a 6 meses y su esposa solo cumplió dos meses. Años después, el polémico libro se publicó.
Hughes murió en 1976. Su cuerpo tenía un elevado grado de desnutrición. Está enterrado en el cementerio Glenwood de Houston. Irving murió en un asilo de ancianos en 2017. Quizá, muchos de sus cuidadores y compañeros no sabían que fue protagonista de una estafa de inmensas proporciones.