Existen objetos que con el paso del tiempo incrementan su valor tanto económico como sentimental. Ser coleccionista es una actividad que para muchos resulta ser un buen pasatiempo.

Para Luis Alberto Carpio, coleccionar botellas de vidrio se ha convertido en una bonita inversión, pues desde buscar la pieza, hasta encontrar un buen precio e incluso que esté en buenas condiciones resulta una odisea.

Luis agregó que el refresco anteriormente tenía una identidad propia, pues cada una de las marcas tenía su propia botella, diseño y sabor… no había copias de nada “ahora el pet es muy plano, no tiene identidad propia y el poco que se vende actualmente en botella de cristal está plano porque son botellas genéricas”.

Su colección está compuesta por 400 botellas, de las cuales menos de la mitad las tiene en exhibición. Al preguntarle si las compras de botellas para él continuarían, respondió “por ahora le voy a parar porque ya no tengo lugar donde ponerlas ni para exhibirlas. Tengo que estar sacando botellas guardadas y guardar las que tengo en exhibición”.

Carpio señaló que comprar botellas de vidrio es muy difícil, ya que tienes que estar en clubes o en páginas de redes sociales donde hay bastantes vendedores, mismos que abusan en los precios “la mayoría de mis botellas las compro vacías y aquí las relleno con refresco existente. Tengo una botella que me acaba de llegar esta semana. Es de 1938”.

Cada una de las botellas relata una etapa de la vida, las cuales llevan consigo una historia familiar de amistad o personal.