La vida de la activista hondureña Berta Cáceres es un ejemplo de valentía, perseverancia, dedicación y amor al medio ambiente y sobre todo, los ríos. Desgraciadamente, fue truncada de una manera vil y cobarde. Así fue como ocurrieron los hechos y el impacto que tuvieron.

Con motivo del 8 de marzo, cada año recordamos a una mujer que ha luchado contra la injusticia y el crimen. Hemos tenido fiscales, detectives, agentes del FBI, policías y este año, una gran activista.

Berta Isabel Cáceres Flores nació el 4 de marzo de 1971 en la Esperanza, Honduras. Como mujer indígena lenca se convirtió en una de las más importantes defensoras de Derechos Humanos de su país y sobre todo, del pueblo lenca, grupo étnico de su país. En 1993 co-fundó el Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas Populares (COPINH).

Se enfrentó contra empresas multinacionales, madereros, dueños de plantaciones y sobre todo, la privatización de los ríos y construcción de presas hidroeléctricas, pues defendía con pasión los afluentes.

Ganó el Premio Goldman, el más importante galardón para cualquier defensor del medio ambiente. En agosto de 2009, tras el golpe de estado, el Congreso Nacional de Honduras aprobó la Ley General de Aguas, que posibilitaba la concesión a terceros de los recursos hídricos de dicho país. Destaco, entre muchos logros de Berta, su lucha contra la construcción de una represa en el río Gualcarque.

Sin embargo, entre la noche y la madrugada del 2 y 3 de un mes como este, pero de 2016, todo cambió. Berta se encontraba en La Esperanza, con el activista mexicano Gustavo Castro, de ‘Amigos de la Tierra’, cuando de súbito tocaron a la puerta. Entonces, entraron unos sicarios que mataron a Berta e hirieron a su compañero, quien sobrevivió por hacerse muerto. Aunque el cuerpo de la activista fue trasladado por la Fuerza Aérea de su país a Tegucigalpa, ya era muy tarde. El 5 de marzo se llevó a cabo un funeral y un homenaje de toda la sociedad.

EL ASESINO
El asesinato llamó la atención de políticos de todo el mundo, funcionarios de la OEA, la ONU, Greenpace, el Parlamento Europeo, escritoras como Naomi Klein y actores como Mark Ruffalo (famoso por caracterizar a Hulk) y Leonardo di Caprio. Todos exigían una respuesta y que se tomasen cartas en el asunto.

Ahora, viajemos en el tiempo al 2 de marzo de 2017, cuando después de varias investigaciones se detiene a David Castillo Mejía cuando se disponía a salir de Honduras. Cuando Berta fue asesinada, él era presidente de la empresa Desarrollos Energéticos S.A. (DESA) y fue identificado como el autor intelectual del homicidio. Posteriormente, se detuvieron a 8 personas vinculadas al caso, entre ellas Douglas Geovanny Bustillo, jefe de seguridad de DESA y Mariano Díaz Chávez, mayor de las fuerzas especiales, quien se involucró consiguiendo el arma homicida y realizando labor de reconocimiento en el lugar de los hechos.

El juicio comenzó y condenaron Castillo, Díaz y Bustillo a 30 años por delito de asesinato. Documentales como ‘Las semillas de Berta Cáceres’ son muy claros al mostrar conversaciones intervenidas en el marco del proceso judicial.

El terrible asesinato de Cáceres se ha investigado en varias fuentes: está el excelente podcast de Bloomberg Green que lleva por título ‘Río de Sangre’ y desmenuza los hechos a fondo a lo largo de siete capítulos, y el libro ‘Who killed Berta Cáceres?’ de Nina Lakhani. Asimismo, su vida se ha difundido en páginas como Amnistía Internacional, Front Line Defenders o la CNDH de nuestro país.

Lo cierto es que su vida ha servido de estandarte para otras activistas, y su lucha continúa, sobre todo en una época en que los recursos se agotan cada vez más.

Durante el discurso que ofreció cuando ganó el premio Goldman dijo: “Por la defensa de los ríos es dar la vida por el bien de la humanidad y este planeta […], despertemos. Despertemos, humanidad. Ya no hay tiempo”.

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