La cultura popular ha convertido a los piratas en personajes de nuestro imaginario colectivo. Hoy en día, su característica figura, compuesta por el parche en el ojo y su singular sombrero (llamado tricornio), es reconocida por cualquier persona. Incluso el término ‘piratería’ es sinónimo de actividades ilícitas, siendo una de las muchas definiciones que da la RAE: “robo o destrucción de los bienes de alguien”.

Aunque la imagen de los piratas se ha romantizado en extremo gracias a infinidad de películas y novelas, que van desde el clásico ‘La isla del tesoro’ de Robert Louis Stevenson, películas como ‘Piratas del caribe’ y franquicias como ‘One Piece’, en la vida real, y durante los siglos XVII y XVIII, fueron los criminales más desalmados y aterradores que la humanidad pudo conocer. Cuando divisaban una embarcación, se enfocaban en saquear, matar, ultrajar y usurpar sin conmiseración alguna. Lejos de la imagen de personajes libres como el viento, la gente les temía y odiaba, prueba de ello que las autoridades de aquella época usaban la locución latina ‘hostis humani generis’ para referirse a ellos, cuyo significado es ‘enemigos de toda la humanidad’.

Entre la inmensa cantidad de piratas que existieron, hubo dos que hasta el día de hoy resuenan en los libros de historia y los siete mares, pero que no fueron tan conocidos como Morgan o Barbanegra: Olivier Levasseur y Henry Every.

Si hubo alguien que se ganó el título de ‘Rey de los Piratas’ (sobrenombre que han anhelado muchos personajes de ficción) fue Henry Every, quien en su adolescencia sirvió a la Marina Real, pero le llamó más la atención dedicarse a actividades ilícitas, liderando un motín contra su capitán en 1694. A diferencia de otros colegas suyos, Every era muy observador y elegía sus golpes con total premeditación. Buscaba riquezas, pero no la fama. Incluso no hay un solo dato sobre su lugar de nacimiento. Aunque era un hombre listo y carismático, obligaba a muchas personas a unirse a su tripulación, convirtiéndolos prácticamente en esclavos.

En un mes como este, pero de 1695, asaltó el buque del emperador mongol Aurangzeb, quien era el hombre más rico de su tiempo. Más de 450 hombres estaban al mando de Every, quien robó una cantidad brutal: alrededor de 600 mil libras esterlinas, lo que hoy en día serían cerca de 200 millones de euros.

Después de su gran golpe y ganarse el título de ‘Rey de los Piratas’, simplemente desapareció. Hasta el día de hoy no se ha sabido ni de él, ni de las riquezas usurpadas.

EL TESORO OCULTO

Olivier Levasseur (apodado ‘El Gavilán’) fue alguien que sabía atraer miradas y convertirse en el centro de atención, además de ser uno de los piratas más temidos de su tiempo, pese a que era hijo de una familia burguesa de Francia.

Oliver asaltó buques en todo el mundo conocido, desde América hasta África, pero fue en 1721 cuando pasó a la historia saqueando la fragata portuguesa Nossa Senhora do Cabo. Años después fue capturado, y condenado a muerte el 7 de julio de 1730. En el cadalso, mostró una hoja de papel con un criptograma. Se trataba de la clave que revelaba donde estaban las riquezas de aquella nave. “¡Que encuentre mi tesoro quien pueda entenderlo!” dijo. Hoy en día, lo que Oliver ocultó equivaldría a una cantidad superior a 116 millones de euros. Aunque se cree que es una leyenda, han existido personas como el inglés Reginald Cruise-Wilkins, quien dedicó parte de su vida a encontrar el tesoro hasta su muerte en 1977, por supuesto sin ningún éxito.

Han pasado más de 300 años y hasta el día de hoy, el tesoro no ha sido encontrado.

La piratería en los siete mares pareciera un crimen de tiempos pasados, que hoy en día solo permanece en los libros de historia y series televisivas, pero no es así. En países como Somalia sigue vigente hasta el día de hoy… pero de ese tema hablaremos la semana próxima.