A finales de febrero de 2020, nació esta columna: ‘Para matar… el tiempo’, con el fin de realizar una crónica semanal de los crímenes más impactantes de Guanajuato, México y el mundo. Cuatro años después, el espacio continúa, repasando casos donde queda plasmada tanto la maldad como la justicia. Uno de los objetivos principales ha sido concientizar sobre el peligro del crimen, y también, crear conciencia sobre la prevención.

Para conmemorar el aniversario de este espacio, haremos memoria sobre los crímenes más truculentos en el pasado siglo XX de nuestro país. Algunos fueron delitos culposos, otros, magnicidios. Hay casos de asesinos seriales, trata de personas y matanzas.

Todos, por desgracia, han afectado vidas y se han hecho mediáticos. Empecemos.

Los dos asesinos en serie que marcaron la historia del siglo XX en México fueron Francisco Guerrero, conocido como ‘El Chalequero’ que tuvo su etapa de actividad durante en porfiriato, a principios de siglo, y Goyo Cárdenas, quien cometió sus crímenes entre  agosto y septiembre de 1942. El primero murió el año en que estalló la Revolución Mexicana, pero el caso del segundo fue inaudito: salió de prisión e incluso se presentó ante la Cámara de Diputados con la frente en alto, presumiéndose como un criminal rehabilitado, situación que no suele ocurrir en casos de los asesinos en serie. Goyo murió libre en 1999.

Durante los años cincuenta, uno de los crímenes mediáticos más sonados fue el asesinato imprudencial que cometió el escritor William Burroughs, quien vivía en la calle Monterrey 122 en la colonia Roma de la Ciudad de México. Una tarde, el autor quiso replicar el acto de Guillermo Tell con su esposa, Joan Vollmer. Le puso un vaso en la cabeza y disparó con su pistola Star 380. Sin quererlo la mató y fue a dar a Lecumberri. Días después saldría gracias a las hábiles tretas de su corrupto abogado, Bernabé Jurado. Todo ocurrió el 6 de septiembre de 1951. El que fuese un estadounidense y que se involucrase el consumo de drogas, lo hizo un caso que hizo eco.

La década de los sesenta sería un parteaguas en las noticias de policía y los crímenes mediáticos, pues fue cuando el caso de las Poquianchis cimbraría a Guanajuato y al mundo. Este horrendo crimen en que se involucra la trata de personas se ha reseñado de manera constante en este espacio.

Durante los setenta, época de la música disco y grandes cambios sociales, destacaron crímenes de estado, siendo uno de los más terribles ‘El Halconazo’, también conocido como ‘La Matanza del Jueves de Corups’, cuando un 10 de junio de 1971 un grupo de estudiantes que se manifestaban en apoyo a la Universidad de Nuevo León fueron reprimidos de manera violenta por el grupo paramilitar conocido como ‘Los Halcones’. La cifra no oficial arroja 225 muertos. Este sangriento hecho queda muy bien plasmado en la película ‘Roma’.

Con los años ochenta vinieron varias crónicas rojas, como lo fue el de ‘Los Narcosatánicos’, grupo dirigido por el criminal Adolfo de Jesús Constanzo, cuya secta, además de dedicarse al tráfico de sustancias, perpetraron asesinatos y sacrificios humanos en Matamoros. Su cabecilla les hacía creer a sus esbirros que si bebían una pócima con partes humanas se harían invisibles. Obviamente nada era real.

La década de los noventa también estuvo definida por actos ilícitos que fueron tema de conversación no solo en los trabajos, las escuelas y la sobremesa de los hogares, sino en la naciente internet mexicana. El 23 de marzo de 1994 ocurrió el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia, y para el 7 de junio de 1999, todo mundo habló del asesinato del conductor Francisco Jorge Stanley Albaitero, mejor conocido como Paco Stanley.

Esta ha sido una escueta cronología del crimen de México. Casos que de manera significativa han marcado nuestra historia y son un recordatorio de hechos que, ante todo, se deben evitar.

 

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