Para Tatiana Elizondo, tener cáncer fue un parteaguas que le abrió los ojos a la vida.
Hoy el mundo conmemora la fecha dedicada a la lucha contra el cáncer de mama, pero Tatiana celebra cada día la bendición de estar viva y el proceso sanador no solo físico, sino del alma con su tratamiento. Desde que la diagnosticaron, en lugar de cuestionarse “por qué a mí”, decidió ocuparse de ella y pelear por su vida.

“¿Qué si se puede salir del cáncer? ¡claro que se puede! No es fácil ni automático, pero lo peor que puede hacerse en estos casos es sentarse a limpiarse las heridas y no poner manos a la obra”, comentó la primera guanajuatense con mastectomía bilateral de seno a la que, de manera simultánea a su operación, se le colocaron ambas prótesis y todo dentro del sector salud.

Si aquella noche, acostada en su cama, no se hubiera autoexplorado, no habría notado la bolita que de un día para otro apareció en su seno. En menos de 24 horas ella pasó de ser una joven madre que organizaba la fiesta de 15 años de su hija a una mujer con un diagnóstico de un cáncer agresivo a quien le dijeron que se preparara para lo que venía porque no sería fácil.

Si Tatiana hubiera sido derechohabiente del IMSS, no habría sido candidata para tomar parte de las jornadas de reconstrucción mamaria que organizan la fundación BRN, que encabeza el cirujano plástico Gustavo Jiménez Muñoz Ledo, con el apoyo de la fundación Almas y en los hospitales de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado de Guanajuato.
Ella perdió su trabajo con la pandemia y, con ello, sus servicios médicos. “No tenía dinero, ni seguro de gastos médicos y soy una persona más entre los más de dos millones de habitantes de esta ciudad, o sea que no tengo ‘palancas’ ni soy recomendada de nadie”.

Si a Tatiana no le hubieran detectado un problema de tiroides, exactamente una hora antes de la mastectomía que ya tenía diagnosticada, su caso sería uno más de las miles de mujeres mastectomizadas que pasan un tiempo sin sus senos antes de aspirar a una reconstrucción.

Lo que en otros casos pareciera una cadena de desgracias, para la joven madre leonesa resultó en ser una candidata para una operación que normalmente no se realiza en el sector público pero que, al coincidir su momento con los de las citadas jornadas de reconstrucción, le dieron una posibilidad de pasar su proceso sin sentirse mutilada.
“También me ayudó el no callarme; el decirle a mi familia y amigos lo que estaba pasando, lo que me brindó una amorosa red de apoyo que también me hizo valorar a quien debía y dejar de lado a quien no merecía estar cerca de mí”, recalcó.

Tatiana ahora quiere llevar su mensaje: ayudar a mujeres que, como ella, de un día para otro ven derrumbarse su mundo, salgan adelante.
“Detectado a tiempo, el cáncer de mama no solo no es una sentencia de muerte, sino que es una forma de aprender a vivir intensamente cada momento en que se te permite respirar”, finalizó.

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